La tarde del 18 de julio de 1936 en los centros de poder y los sindicales solo hubiera podido ser más tensa si se hubiera sublevado el Ejército. Pero no fue así. Si por la mañana las noticias habían sido escasas, pero suficiente para que los obreros y burgueses comenzaran a desconfiar unos de otros, desde que se supo a las tres de la tarde que los sindicatos UGT y CNT habían proclamado una huelga general "en defensa del Frente Popular" la cosa se puso tensa.
En primer lugar el Gobernador Civil intentó recabar información sobre todo lo ocurrido y saber de qué bando estaban los militares. Emilio Francés mantiene una conversación con su homónimo de Oviedo que le informa que por orden directa de Indalecio Prieto va a partir por la noche una columna de mineros desde Asturias a León. Y que debe facilitarles las armas que no les ha podido entregar el coronel Aranda por estar en mal estado "por el clima asturiano".
Francés habla con Madrid para confirmar ese extremo y le contestan que cumpla las órdenes de armar al pueblo. Sin embargo, la posición del presidente del Gobierno Casares Quiroga es la contraria. No sabe bien qué hacer, pero tiene claro que miles de mineros en León, tras lo ocurrido en octubre del 34 con el Ejército es una situación muy complicada.
De todas maneras, el político riojano llama al gobernador Militar, Carlos Bosch y Bosch, para preguntarle si está en disposición de entregar las armas a los mineros. El general le comunica que mirará a ver cuáles están disponibles mientras se pone diligente a sus órdenes y le comenta que no se preocupe, que todo se solventará. El comandante de la Guardia Civil, el teniente coronel Santiago Alonso Muñoz, recién llegado de Sevilla, también dice que está con él.
Mientras, los obreros se enteran de que va a a partir una nutrida columna de Mineros y se dan cuenta de que podrían quedarse sin armas ellos en León. Representantes de los sindicatos preguntan en el Gobierno Civil si se les va a ofrecer algún armamento. Francés, consciente de que llegarán los mineros asturianos pide calma y se niega a entregar nada todavía. Mejor tener contentos a miles y descontentos a cientos.
Francés había llamado al alcalde de León por la mañana. Como había insistido tanto para que se vieran, Miguel Castaño saca tiempo tras revisar las galeradas de su periódico para pasarse por el Gobierno Civil. Se sorprende de tanto jaleo y comprobaciones. Y pregunta a Emilio Francés cómo ve la cosa. Éste le contesta que en la provincia está todo controlado y que es fiel a la República, que es más o menos la información que el editor de 'La Democracia' tiene de Madrid y publicará esa misma tarde, según abandone el Gobierno Civil.
El político riojano le pregunta qué tal por el Ayuntamiento. Castaño que contesta que "normal, salvo los tiras y aflojas de siempre entre los alguaciles y los serenos". Una conversación aparentemente normal que ninguno de los dos protagonistas saben que será crucial en su vida. El alcalde leonés se marcha y se despide afablemente del Gobernador Civil, algo más tranquilo.
Sale 'La Democracia' por la tarde con los partes telefónicos del corresponsal en Madrid referentes al Consejo de Ministros del día 17 y el de la mañana del 18 y un poco más por lo menos hasta pasadas las cuatro de la tarde. En una época en la que la información no tenía la rapidez de hoy —aunque el teléfono sería como el Twitter de hoy en día—, la referencia a los levantamientos son escasas y, además, la información que mostraba era más o menos como si estuviera todo controlado.
Curiosamente lo último que se sabe de Madrid es que no se sabe nada. "Motivos técnicos impidieron la última comunicación con el corresponsal" terminaban abruptamente las noticias de la capital. En 2016, ya sabiendo los motivos una inocua frase cobra un sentido incluso macabro. Fue el periodista Carlos Javier Domínguez el que en el libro 'Asesinaron La Democracia' cuenta lo ocurrido después.
El tema del día era el estado de la calle de Ordoño II. Ochenta años después sigue preocupando, así que el tema podría haberse considerado muy serio si no fuera porque lo que habría de venir sería el fin de ese periódico y del sistema democrático republicano.
Y así, con una información cortada por las circunstancias, se acabó 'La Democracia' en León.
[Continuará]